LIBRO
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El siglo XXI ofrece un nuevo escenario, en el que han surgido reivindicaciones de otras visiones del bienestar, de la buena vida, no sólo críticas sino directamente contrarias a las prioridades de la modernización.
La visión alternativa del bienestar exige que se persigan logros en distintas dimensiones de la vida de las personas y las sociedades, y que su realización sea el resultado de la agencia libre de las personas y los grupos. La autonomía para escoger lo que se considera valioso es crucial, y ello supone decidir y participar activamente en el diseño y el desarrollo de los contornos de su propia vida personal y colectiva.
El enfoque de las capacidades introduce decididamente la dimensión normativa en la definición misma del bienestar, lo que implica no sólo una revisión profunda del concepto, sino la formulación de uno nuevo. La originalidad de su propuesta se encuentra en que establece que sea el espacio de las capacidades de las personas, y no los recursos económicos, medidos por y desde el mercado, lo que le determina el bienestar.
Afirmar el bienestar desde las capacidades requiere definir cuáles son las capacidades necesarias para una vida digna. Sin esa precisión, nos quedaríamos en una mera consideración abstracta.
Pero esta definición no puede hacerse desde meras propuestas técnicas realizadas por personas expertas u organismos especializados. Lo que deba ser la vida digna, es decir, las capacidades que la hacen posible, tiene que ser el resultado de un proceso de definición personal y colectiva, en el que se formula aquello que se considera valioso y se decide como objetivo a conseguir.
En definitiva, la propuesta alternativa se plantea responder a preguntas básicas: qué es “estar bien”, cuál es la vida que merece la pena vivirse. Es decir, definir los objetivos que una persona se marca para su vida y los que una sociedad considera para el conjunto. La definición del bienestar que se considera valioso corresponde a cada sociedad y será el resultado de un proceso de deliberación colectiva que se produce de diferente forma en cada lugar. Esto no supone desconocer o negar la existencia de elementos comunes y universales sobre las condiciones para que la vida humana sea considerada digna, sino enfatizar que los procesos participativos de autodefinición, sin condicionamientos e imposiciones externas, son una condición sine qua non de la propuesta alternativa.
Pero, ¿cuáles son las categorías teóricas que nos permitan llevar a la práctica, hacer operativa, la dimensión social del bienestar? Durante mucho tiempo, la dimensión colectiva ha sido el aspecto menos destacado del enfoque de las capacidades. La cuestión central es determinar cuáles son los espacios colectivos que forman parte del bienestar común. El debate sobre cómo deben entenderse y su relación con el enfoque de las capacidades se encuentra totalmente abierto.
¿Cómo visualizar esos procesos de definición?
Son dos las líneas desde las que se trata de precisar las categorías teóricas que permitan llevar a la práctica la dimensión social del bienestar, y que hoy son objeto de especial atención: el desarrollo de las capacidades y las capacidades colectivas.
En un mundo poblado por hombres y uniformes, en este capítulo queremos que nuestros personajes principales sean aquellas que desmontan todos los uniformes que usan los hombres y con quienes quieren disciplinar el mundo y los cuerpos de las mujeres.
Ellas, las Cenicientas de nuestro Mozambique, son capaces de hacer cosas formidables contra la victimización repetida que las quieren condenar. Nacidas y criadas en el Sur no imperial, ese Sur, que es la metáfora del sufrimiento y la resistencia a toda opresión, responden al desafío constante de Gayatri Spivak, porque pueden y quieren hablar diciendo a qué vienen. Ellas son las que transforman todos los días la miseria que las condenan en alternativas concretas y viables. Ellas son las que hacen de su existencia una desobediencia a cualquier orden que quiera aniquilarlas. Ellas son las que se atreven a contar la historia de otra manera. Tratan a las cenizas como fuego y a la esperanza como su hermana. Lloran y no ocultan su rabia por los malos tratos que se les impusieron, pero no se resignan a la impunidad. No son evanescencias del presente porque son las creadoras de futuros.
Nuestro lugar de enunciación es el sur de África oriental, específicamente la costa del Océano Índico que baña a Mozambique. Desde allí nos enfrentamos y pensamos en los problemas, temas y alternativas que se tejen en este texto.
Partimos de las epistemologías del Sur para someterlas al escrutinio feminista que estamos construyendo en este lado del mundo. Para escribir este capítulo, recurrimos tanto a las teorías como a nuestras experiencias empíricas. Reflexionamos sobre nosotras mismas y sobre el mundo que se abre ante nosotras con sus problemas mediante el ejercicio de la crítica, sin paralizarnos ni cegarnos ante las posibilidades de una transformación justa y real para todas y todos. Durante mucho tiempo hemos aprendido que la emancipación es plurilógica, pluriversa y uno piensa, dice y vive, polifónicamente. Y esto es lo que nos repiten las muchas mujeres, vivas, sabias, desafiantes y que se resisten a ser objetos de órdenes antiguas y nuevas, y que han hecho este camino con nosotras.
El análisis de las desigualdades de género existentes en los contextos analizados en este proyecto se ha considerado, desde su formulación, un componente imprescindible para conocer los conflictos existentes en los territorios, así como las posibles vías de resolución de los mismos.
Los estudios sobre las desigualdades en el mundo muestran que, en todos los territorios analizados, las desigualdades de género son una realidad derivada de múltiples discriminaciones y violencias basadas principalmente en el sexo, la raza y la clase social de las personas. Eso sí, las características e intensidad de esas discriminaciones son particulares en función de los contextos. Además, en ningún país del mundo, analizado hasta la fecha, se ha constatado una relación equitativa en el acceso y control de los bienes, en la toma de decisiones o en la participación sociopolítica de mujeres y hombres.
En este sentido, consideramos que las aportaciones feministas son fundamentales para poder abordar las relaciones de dominación patriarcales existentes en el mundo. En su análisis, uno de los puntos de partida es el estudio de los diversos roles asignados a las mujeres y hombres en las estructuras socioeconómicas, los cuales están estrechamente vinculados con la construcción social de la feminidad y la masculinidad y con las relaciones de poder derivadas de la misma. Esta jerarquización condiciona el valor social otorgado a las diversas actividades realizadas por mujeres y hombres a lo largo de su ciclo vital, e intenta limitar generalmente las capacidades potenciales de las mujeres a un conjunto de actividades consideradas femeninas. Asimismo, se le asignan una serie de espacios para desarrollar estas actividades, espacios situados en el ámbito privado de lo doméstico, mientras que a los hombres se les asigna el ámbito público, vinculado con las actividades sociopolíticas y mercantiles. En suma, los análisis feministas sobre la dominación patriarcal tienen en cuenta los mandatos de género en los que se basa la división sexual del trabajo existente en una sociedad.
Nuestra principal resistencia emerge ante la idea de imaginar una vida sin sentido. Ante el hecho de que todo, hagamos lo que hagamos, resulte absurdo, es decir, que carezca de sentido, principalmente, la lucha y, especialmente, la búsqueda de alternativas para entender la vida como una práctica emancipatoria.
Las humanidades y las ciencias sociales, y en concreto, la filosofía, es un saber práctico que construye marcos de sentido con una clara exigencia de justicia ante cualquier situación en la que un poder represivo coarte la autonomía personal e impida el vínculo social.
El punto de partida de este capítulo es el conflicto. En palabras de Alfonso Dubois, “el conflicto se encuentra, inevitablemente, presente en cualquier proceso de desarrollo de capacidades orientadas al cambio” y es desde donde realizaremos una aproximación a los estudios de paz y a las propuestas alternativas al modelo dominante y entender la vida como una práctica emancipadora.
Ante los problemas y retos que plantean el capitalismo global, el poder corporativo y los planes desarrollistas y extractivistas, este capítulo trata de avanzar claves sobre cómo activar la acción y las capacidades políticas para el cambio en los territorios concretos. Además de las formas hegemónicas de poder, en los territorios existen muchas prácticas democráticas que plantan cara al modelo de desarrollo dominante.
Se trata de explorar claves de análisis que nos permitan aprender de esas prácticas democráticas mque, frente a la lógica del Mercado, están siendo capaces de fortalecer a los sujetos políticos individuales y colectivos capaces de construir alternativas de vida. Nos interesa explorar cómo hay grupos humanos que se atreven a saber y a razonar públicamente haciéndoles frente al miedo, y a las órdenes trazadas por las élites que nos mandan. Todo ello, sin perder de vista que, además de este nivel local/comunitario que nos ocupa, son muy relevantes las decisiones y relaciones de poder que se producen en otras escalas de gobernanza, por arriba (estatal, supranacional, mundial, corporativo…) y por abajo (familia, hogar, clan…).
Nadie pone en duda hoy en día el poder que acumulan las empresas transnacionales, trascendiendo lo económico para proyectarse también en lo cultural, lo político y lo jurídico. Las multinacionales, de este modo, se han convertido en núcleo central de una red que, junto a múltiples instituciones locales, estatales y multilaterales, conforma un poder corporativo que protagoniza, defiende e impulsa el sistema vigente en todas sus facetas. Este atraviesa un momento especialmente crítico, debido a las escasas expectativas de crecimiento económico para las próximas décadas, al cambio climático, y al agotamiento de materiales y fuentes estratégicas de energía fósil. Cómo impulsar un nuevo ciclo de acumulación, cómo hacerlo con una base física drásticamente menor, y además en un contexto de creciente vulnerabilidad climática y financiera, se convierte a la vez en su gran desafío y su principal paradoja.
Para enfrentarla el poder corporativo renueva su agenda, en un intento desesperado por adaptar la reproducción del capital a estas condiciones sin parangón histórico. Las transnacionales impulsan así el proyecto de capitalismo del siglo XXI, que se traduce en una muy virulenta ofensiva mercantilizadora a escala global. Si el capital no encuentra sendas estables y crecientes de acumulación, toda traba sectorial, política y geográfica todavía vigente al comercio y a la inversión internacional debe ser derribada, blindando un mercado autorregulado y ultrarregulado en su favor. Independientemente de si dicha ofensiva, como se observa cada vez más nítidamente, nos conduce al desgobierno, al abismo social y al colapso ecológico, poniendo incluso en serio peligro la vida en el planeta.